Paulina besó muy de prisa a la cerera, pidiéndole que la perdonara.

A usted le consta lo mala que es la cerera, ¿verdad, D. Martín?

Y la blanda cerera odió más a Elvira, pero ahora la odiaba llorando.

El gran talento de la cerera se equivocó por aquella vez.

Preferible es, con mucho, la corona del martirio...", et cerera.

No pudo menos la cerera que poner el grito en el cielo, tanto era su estupor.

Con lástima la miraba ya la cerera.

Gustaba de su compañía, y no había para ella conversación más grata que la de la cerera.

A la izquierda se hallaba la señora Hirt, la cerera, que rezaba con un misal en la mano.

Luego se acercó a ella D. Martín Merino, y la saludó secamente, recordando haberla visto con la cerera.

Eulogia le contestaba: "Sí, sí: ha venido la señora cerera...

Otra ventaja pequeñísima de la cerera; pero ventaja...

Pidiole Cigüela mayor claridad; pero la cerera se limitó a decirle: "Algún día, quizás muy pronto, no tendré secretos para ti.

Conforme Lucila con esta opinión, quedaron en que al siguiente día se verían hija y padre con la cerera para empezar la ruda campaña.

En aquel momento, viendo más cerca el inmenso peligro, la cerera evocó su sangre fría para sortearlo, ya que no pudiese acometerlo de frente.

Pero estaba en eso de comprarse una vela cuando la cerera quedósele mirando de hito en hito y con cada vez más grande asombro.