Carson chillaba de gozo y saltaba por el césped zigzagueando como una liebre.

Alfredo chillaba de gozo, tan sorprendido como su padre, de ver asomar sus deditos.

Al chiquillo le gustaban las fuertes manos de la madre y chillaba de gozo.

Allí se quedó, trinando y dando saltitos, mientras abajo la niña saltaba y chillaba de gozo.

Jody chillaba de gozo.

Mi hermano se reía, la mar de contento, y chillaba de gozo mientras luchaba con el perro, hasta que lo inmovilizó.

Zsofía chillaba de gozo mientras un cachorro le lamía la cara y Klára lloraba porque uno la había arañado con sus afiladas uñas.

Cuando Barbara salía sin el cochecito, a pie los dos y, levantando al niño con un brazo, subía al tranvía, el pequeño chillaba de gozo.