Avanzaban sus masas de color arcilloso como si fueran grandes rocas.

Su piel había adquirido un aterrador azul grisáceo y los labios un color arcilloso.

Contempló pensativamente aquel color arcilloso y luego, inclinándose, echó una fugaz mirada al sol.

El mar era de un color arcilloso, una mancha oscura bajo un horizonte más oscuro aún.

Una expresión desdeñosa torció el gesto de aquellos finos labios de color arcilloso antes de responder:

Su angulosa silueta de color arcilloso era un rompecabezas de torreones, arcos y alas en tinieblas.

La piedra de los muros era suave, de color arcilloso y se curvaba en forma de ondas.

Había dejado de llover pero el cielo tenía un color arcilloso y la parra estaba seca, sin vida.

Una víbora de color arcilloso, del grosor de un brazo humano, se deslizó silenciosamente sobre un tronco cubierto de moho.

Estaba vestido con un taparrabos harapiento de color arcilloso, que hacía juego con su rizado cabello rojizo salpicado de canas.

La bayoneta penetró en el blando suelo del bosque y efectuó una incisión de color arcilloso en el tronco del árbol caído.

Samah yacía en el suelo y parecía al borde de la muerte; su piel había adquirido un color arcilloso y brillaba por el sudor.

La masa nubosa, de un feo color arcilloso, no desaparecería aunque él se lo ordenara, ni siquiera para regresar a Inglaterra, de donde había venido.

El individuo blandía una lanza de obsidiana y adornaba la desnudez de su cuerpo envuelto en un lienzo de colores arcillosos.