Era cierto: había varios corzos entre los árboles pastando los brotes nuevos.

Vieron mucha caza: gamos, corzos, jabalíes y liebres, así como numerosos pájaros.

Dos veces ve corzos; son tan silenciosos que le pillan por sorpresa.

Lo decía porque los corzos, en el otoño, se alargaban hasta allí.

Al fondo, en la lontananza, se distinguen las figuras de tres corzos.

Ahora apenas avistaron dos corzos y un jabalí durante todo el paseo.

Los ciervos, corzos y gamos, pelaban los árboles hasta una considerable altura.

Supuso que se usaba en la caza de liebres o de corzos.

Los ciervos, los pequeños corzos y las gacelas bajaban de las montañas.

Antes jamás se habían visto zorros por aquí, alces y corzos, sí.

Y sí, algunos asaltan a los viajeros, lo mismo que cazan corzos.

Y aquí no hay fauna silvestre: ni corzos, ni sarrios, solo ovejas.

Los aludes tiran a los ciervos, a los corzos, de la montaña.

Por aquellos montes había caballos salvajes, lobos, jabalíes, águilas, corzos y conejos.

El abuelo dijo lo de los ciervos, él lo de los corzos.

Había cazado dos corzos, que los llevaba por delante mi hermano Mordret.