Cuando llegó a esa parte, ya estaba completamente recubierta de cristales luminosos.

Wallace, el enano de barba negra, se acercó con dos cristales luminosos.

Su piel era tan clara que parecía hecha de cristales luminosos.

Los cristales luminosos estaban sujetos con tiras de plomo que dibujaban un cuervo graznando.

Las pulcrísimas cortinas ondeaban, reflejándose sobre los cristales luminosos.

Ninguno de ellos podía evitar lanzar ojeadas a las ramas engarzadas con cristales luminosos, pero apartaban enseguida la mirada.

La Orestal sostenía entre sus largos dedos unos cristales luminosos cuyo resplandor rivalizaba con los primeros rayos del sol.

Una cueva de cristales luminosos.

Stefan extrajo una lumiluz del bolsillo y la prendió para activar los cristales luminosos antes de arrojarla al suelo.

La cabeza abierta era una joya de cristales luminosos, vasos llenos de líquidos de aspecto metálico y multitud de engranajes.

En su parte superior unas pequeñas vidrieras de cristales luminosos resaltan las iniciales del establecimiento hotelero: RH (Raffles Hotel).

Los trozos de obsidiana reflectante negra como la tierra titilaban bajo la luz de los cristales luminosos mientras recorría la galería.

Las rocas se transformaban en cristales luminosos y el arroyo del bosque pasó a ser una elegante cascada de un azul luminoso.

Mientras, con sus dos cuernos hacia delante, un caracol que se había perdido en la noche buscaba su camino por mis cristales luminosos.

Sin saber por qué, todos los que allí se encontraban, en medio de las tinieblas taladradas por los cristales luminosos, sintieron un gran terror.

Gran parte de los cristales luminosos se habían desprendido de las paredes y del techo, y cubrían el arroyo, o el suelo de roca.