1
Sentía cuán frágil era, cuán digno de pena, cuán desesperado y triste.
2
Por ahí juzgará usted cuán digno de confianza puede ser.
3
Y sin embargo, ¡ cuán digno y buen muchacho era!
4
En cambio, ¡ cuán digno de lástima es quien no se atreve a celebrar sus ventajas y talentos!
5
Nos ha contado esta fábula Esopo para mostrarnos cuán digno de lástima es el que cae en las mujeres.
6
Me miraba con falsa admiración y me decía cuán digno sería el duque de Anjou de ser mi marido.
7
Debemos recordar estas glorias pasadas, para saber cuán digno de amor es nuestro país y qué noble pueblo es el nuestro.
8
Ignoraba cuán digna y bella estaba allí con su humilde ropa de trabajo.
9
Y cuán digna sigue siendo de nuestro apoyo y aliento.
10
Vea usted la pobre niña ¡ cuán digna es de compasión!
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Mas las apasionadas que se rinden, ¡ cuán dignas de indulgencia!
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Había visto cuán digna hija de su padre era.
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Tanto mejor para que Lucinde vea de primera mano cuán dignos de confianza son mis arcontes.
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No se verá obligada a soportar la amarga lucha con la pobreza... ¡ Cuán digna es de envidia!
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¡ Cuán dignos de envidia son quienes tienen una pasión que pueden satisfacer!
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¡ Cuán dignos de compasión son los incautos que se atreven a buscarlos!
