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El antiguo culto fálico se manifiesta aún en sus bailes y movimientos.
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No obstante, como el judaísmo, el cristianismo patriarcal era principalmente un culto fálico.
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Muchas de estas costumbres supersticiosas asociadas al culto fálico siguieron manteniéndose.
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Y resultaba particularmente sorpréndente que estas ilustraciones primitivas incluyera detalles de cierto culto fálico.
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Todo el culto fálico se desarrolló como una protección contra el mal de ojo.
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Pero estos venerables patriarcas no solo rindieron homenaje a los dioses y al culto fálico.
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El culto fálico es típico de las civilizaciones primitivas.
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Carlyle, hablando de los novelistas franceses de su tiempo, decía que querían restaurar el culto fálico.
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Volviendo a la Historia, multitud de restos arqueológicos atestiguan la querencia helénica por el culto fálico.
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Mas si algunos respetan la flor, otros la substituyen por los consabidos símbolos de culto fálico.
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Podemos afirmar de forma categórica que los romanos se entregaron de una manera entusiasta al culto fálico.
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Siempre propicias al culto fálico.
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De ahí nació un tosco culto fálico, que merecía el desdén de las personas más afortunadas que no lo necesitaban.
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Se daba cuenta de que había grandes misterios que revelar, misterios sensuales, dementes, terribles, situados mucho más allá del culto fálico.
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Teoricé sobre el culto fálico como signo de decadencia, y comimos en abundancia aguacates en tortillas, arroz, carne asada y sardinas, con vino tinto.
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Allí, en esa nueva Stonehenge, tenían lugar cultos fálicos.
