Parecía un dechado de belleza el que solo había sido un adefesio.

Pero su embeleso por aquel dechado de belleza lo mantenía prendado.

Claro que mis actuales sentimientos no me revelarían como un dechado de belleza moral.

Nadie podría afirmar que Federico es un dechado de belleza.

Seguimos cruzando Andalucía; nos acercamos a Sevilla, cuyas mujeres son consideradas como un dechado de belleza.

Sus participantes no son un dechado de belleza, pero cuando los veas, te van a encantar.

Stevenson no era ningún dechado de belleza masculina, pero desde luego no podía ser descrito como feo.

Un verdadero dechado de belleza... ¡Pasen, pasen!

No era un dechado de belleza.

Qué dechado de belleza y clarividencia.

Tengo suerte de que mi esposa no solo sea un dechado de belleza, sino también de buen gusto.

Observó Ignacio que si la cara de madame no era un dechado de belleza, su cuerpo parecía prometedor.

Celebrad en este dechado de belleza el gran poder de Dios y admirad las maravillosas obras de sus manos.

Resl tenía unos veinte años, y con sus ojos de vaca y su nariz torcida no era precisamente un dechado de belleza.

Bergeret, profesor de literatura antigua en provincias, es un dechado de belleza moral y de verdadera simplicidad; un hombre bondadoso y distinguido.

Todos se dieron cuenta de lo que Quentin había constatado en el instante en que la vio: que era un dechado de belleza.