Y Alfio, que debía decir pestes de mí, no quiso que lo oyeras.

Por fin a las cuatro, llegaron y se pusieron a decir pestes de mí.

Yo miré a Eugene severamente, porque él no dejaba de decir pestes de Robert.

Del verano, en cambio, se puede decir pestes impunemente.

De todos modos, nunca me hubiera imaginado que llegaría a decir pestes de los sindicalistas.

Siempre le ha encantado decir pestes de mí.

Ni por un instante dejaba de decir pestes.

Por renegar de algo y de alguien, Martí comenzó a decir pestes del año que concluía.

Si quieren hablar y decir pestes, duro conmigo, que yo no les pediré que se callen.

A pesar de decir pestes de ellos, la verdad es que echo de menos a mis padres.

Y más extraño aún que lo hiciera ordinariamente para decir pestes de Andalucía, y en especial de Sevilla.

Estaba tan furiosa que no paró de decir pestes de ti, de mí y de la Torre Blanca.

Su padre vino a preguntarle por la fiesta del Instituto e, inesperadamente, rompió a decir pestes del profesor.

Chouteau, que a la sazón fregaba su plato con fuerza, empezó a decir pestes contra los generales, sin nombrarlos.

Tus colegas, en lugar de decir pestes de ti, hablan con emoción y nostalgia, llegando incluso a echarte de menos.

Y sin embargo, allí estaba, incurriendo en la ira del abogado de la acusación y del juez en lugar de decir pestes de mí.