De nuevo se dejó aprisionar y hasta el fin hubo de arrastrar la cadena.

Sin moverse, el viejo minino se dejó aprisionar entre los brazos de la niña.

Ella se había dejado aprisionar en los brazos varoniles.

No se deja aprisionar por sus miedos, ni por su orgullo, ni por sus estrategias.

Divertida, se dejó aprisionar por el cuerpo de él.

Ella dejó de debatirse, se dejó aprisionar las manos por los dedos ásperos y estropeados.

No te dejes aprisionar en sus redes.

Según la bienaventuranza, la verdadera felicidad la encuentran aquellas personas que no se dejan aprisionar por las cosas.

Sentía cómo su mente se iba dejando aprisionar por la tela de araña de las palabras del enano.

Algunos hombres, al igual que los peces, se dejan aprisionar en las mismas redes en que han caí­do cientos de sus semejantes.

El tiempo actual es propicio a la ceguera, nos hemos dejado aprisionar por una legión de farsantes, que nos impiden vivir autenticidades.

Revolotean formando nubes sobre el buque, se cuelan por todas partes como enjambres de moscas, se dejan aprisionar con la torpeza de la inocencia.

Ella se la dio y se dejó aprisionar por la mano fuerte y de dedos nudosos del joven Leonard J. Pupsio al que llamaban Nayak.

¡No te dejes aprisionar!

¿Era posible que Alvaro, hombre valerosísimo, y harto vigoroso, fuerte y joven, se hubiera dejado aprisionar por los salvajes sin hacer resistencia?