Las muchachas dicen que detrás de esa puerta habita un demoniodevorador de hombres.
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Joe no era un demoniodevorador de almas.
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Es usted una especie de demoniodevorador.
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Sin embargo, le parecía que en el caso del anciano aquel demoniodevorador había muerto por su propia codicia.
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Luego, con los ojos de la sobrecogida multitud puestos en él, aguardó cruzado de brazos y con rostro sereno la llegada del demoniodevorador.
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No, no podía ser que... que aquí, en Inglaterra precisamente, aquel demoniodevorador de cadáveres que cuentan los cuentos y las leyendas orientales... el gul