La felicidad de Tú me importaba más que las desgracias imaginarias de los demás.

Si me quedaba más de un día en Milán, su humor empeoraba, las desgracias imaginarias se multiplicaban, aumentaban las tensiones.

La lectura de las desgracias imaginarias de Cleveland, ardorosamente hecha y frecuentemente interrumpida, creo que me hizo más daño que las propias.

¿No era más que un gandul que empleaba su ocio en inventar desgracias imaginarias?

¿Ni desgracias imaginarias o resentimientos?