Tras ella, Nicolás debió experimentar lo mismo pues lo escuchó gemir intensamente.

Jugueteó con sus tetillas y le escuchó gemir junto a su oído.

Mientras terminaba, la escuchó gemir y contorsionarse por una oleada de temblores.

De pronto, la escuchó gemir, y eso lo arrancó de sus ensoñaciones.

Continuó peleando, se escuchó gemir, sintió que se movía en la cama.

Esta vez ella se escuchó gemir de placer, y él le susurró algo.

Mientras continuaba su exploración por aquel musculoso cuerpo le escuchó gemir.

Esta vez sí lo escuchó gemir como si lo estuviesen mortificando.

La escuchó gemir al tiempo que le sujetaba la cabeza contra el pecho.

Mordisqueó los pezones por encima de la tela hasta que la escuchó gemir.

Lo escuchó gemir cuando apartó la mano de su entrepierna.

Cuando la escuchó gemir su nombre y notó que elevaba las caderas, lo apartó.

Cloete lo escuchó gemir como si se hubiera lastimado y le preguntó qué sucedía.

Los dedos de Silvia se le clavaron en la espalda y la escuchó gemir.

Judd escuchó gemir a Tai, pero hizo caso omiso.

Durante más de dos siglos, el cerro escuchó gemir a los indios en sus entrañas.