María Gómez alzó la vista del esfingomanómetro atado al brazo derecho del paciente.
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Y se enchufó el esfingomanómetro.
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Lo examinó por arriba, por abajo, por fuera, por dentro... Y tras el concienzudo examen, guardándose el esfingomanómetro, en nuestro silencio expectante diagnosticó: