Sabrás que hubo una fea disputa por la posesión del monasterio de Farfa.

En Farfa, junto a Roma, los benedictinos vivían públicamente amancebados.

A Analía y Alejandro, caminando hacia el Farfa

Ranuccio intentó convencerlos de que se dirigieran a la abadía de Farfa, donde se encontrarían a salvo.

Por ejemplo contra Farfa.

Como se deducirá del caso de Farfa, que no era ni mucho menos único, los reformadores monásticos necesitaban mucho valor y energía.

Me lo hicieron notar, con gélidas sonrisas, mis primos de Bracciano y de Mugnano y el abad de Farfa, como si yo fuera el responsable.