Se trata de esperar el instante preciso en que el pez pica.

El impulsivo responde sencillamente a sus apetitos: se rasca cuando le pica.

Se pica con mucha facilidad, no hace falta recurrir a nada serio.

Querría rascarme el sobaco derecho que me pica a causa del sudor.

Había partido en dos la pica de energía que iba a empalarlo.