Algunos de ellos tenían infecciones gangrenosas que apestaban supuraban bajo los corsés.

Las heridas de dos soldados se infectaron y se volvieron gangrenosas.

Ambos ostentaban en los torpes labios las huellas gangrenosas de su inmundo tráfico.

Nubes compactas, gangrenosas, se apretaban los hombros y copaban el cielo.

Tenía el brazo derecho roto, marcas gangrenosas en la piel.

Y a su paso dejó corazones oxidados y mentes gangrenosas.

Incluso pudieron lavarle aquellas heridas gangrenosas sin que una sola protesta asomara a sus labios.

Cuando aparecieron las úlceras gangrenosas, llamaron a un cirujano.

Del techo abovedado descendían largas estalactitas retorcidas y gangrenosas.

La muerte emanaba en miasmas de las extremidades gangrenosas y los trapos ensangrentados de pulmones tísicos.

Le hacía frente una criatura alta como dos hombres, de cuyas carnes gangrenosas supuraba cieno fosforescente.

Los tendones de alrededor se habían descompuesto hasta transformarse en un puñado de algas negras gangrenosas.

Componentes orgánicos y artificiales se unían en una grotesca fusión que recordaba a Uriel las heridas gangrenosas.

Algunos nos mostraban sus miembros deformes y sus caras manchadas, otros exhibían heridas gangrenosas de las que supuraba pus.

Los cuartos traseros estaban enteramente cubiertos por gangrenosas llagas de decúbito, de las cuales colgaban tiras de tejido putrefacto.

Mendigos con piernas gangrenosas, vendedores ambulantes que no paran de gritar, alcohólicos que miran de reojo con pérfidas intenciones.