1
En él, Clara Laguna se lavaba las lágrimas por el hacendado andaluz.
2
Desde entonces, vivió dedicada al burdel y a esperar al hacendado andaluz.
3
Pero, sobre todo, le enseñaba a esperar la llegada del hacendado andaluz.
4
El hacendado andaluz se dirigió a la taberna de la plaza.
5
El viejo andaba por la casona como cualquier hacendado andaluz por su cortijo.
6
Las margaritas continuaron brotando y el hacendado andaluz no regresó.
7
El hacendado andaluz vio cómo la silueta de la muchacha se hundía en ella hasta desaparecer.
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Se sentó bajo el dosel y abrió la ventana por la que Clara esperaba al hacendado andaluz.
9
El hacendado andaluz le entregó unas monedas.
10
Quien no regresó fue el hacendado andaluz.
11
El hacendado andaluz les cedió el paso mientras las señoras se lo agradecían con una ínfima inclinación de cabeza.
12
La había olido muchas veces, pero aquella mañana fue la primera que le recordó los paseos a caballo con el hacendado andaluz.
13
Mientras tanto, Clara deseaba, por primera vez desde hacía quince años, que el hacendado andaluz no recorriera el camino de piedras y margaritas.
14
Después de sufrir los primeros síntomas de la maldición, Clara creyó que podría seguir las indicaciones del padre y no entregarse al hacendado andaluz.
15
Agarrados de la mano, caminaron hasta la colina por donde ascendió el caballo tordo, una mañana de tormenta, con el hacendado andaluz y Clara Laguna.
