Los dos no hombres habían desaparecido, igual que los hombres de masilla.

El resto de hombres de masilla dejaron el tapón sobre el suelo arrugado.

Ordenó a los hombres de masilla que los matara a todos.

Detrás de ellos, los hombres de masilla formaban filas muy apretadas.

Humanos, elfos y enanos luchaban junto a hombres cangrejo, hombres de masilla y sacerdotes.

A su alrededor trabajaban tres hombres de masilla que vendaban sus muñecas y rodillas.

Volvió a silbar, haciendo una señal a los dos hombres de masilla más cercanos.

Los hombres cangrejo hicieron chocar sus mandíbulas y los hombres de masilla lanzaron un grito ululante.

Las tropas estaban atentas, y la comitiva personal de hombres de masilla parecían estatuas alrededor de ella.

Los hombres de masilla luchaban adoptando la apariencia y el poder de sus enemigos, mortales en su imitación.

Los hombres de masilla se levantaron, con las espaldas erguidas y el tapón de piedra liberando el agujero.

Delante se erguían hombres de masilla, que formaban una larga línea con las manos unidas, como si esperaran cogerlo.

Solo quedaba un centenar de hombres de masilla y la mayoría de ellos se escondía en la caravana de recreo.

Los cadáveres eran arrastrados a las Tierras de Pesadilla, donde los hombres de masilla los lanzaban dentro de fosos succionadores.

Los hombres de masilla miraron de forma estúpida hacia el lugar donde poco antes habían estado los tres no hombres.

Los hombres de masilla se agacharon hacia la piedra y cogieron con sus manos de arcilla los bordes de la roca.