Y yo, no sé por qué, me puse como un auténtico hooligan.

No podía olvidar que él había sido el primero en unirse al hooligan.

Mi hooligan interior está deletreando las iniciales de Lolo, dando saltitos y vitoreándolo.

Grita y gesticula como un hooligan, le pide cabeza a su hermano pequeño.

En definitiva terminan siendo mucho más que el hooligan tradicional que conocemos de Inglaterra.

Este parlamentario hooligan cobraba por asesoramientos verbales en el bar.

Y me siento tan orgullosa y eufórica que empiezo a animar como una hooligan.

Quieres venir a ver los partidos, maldito hooligan del Celtic.

Porque yo soy un hooligan, o para decirlo de una forma más antigua, un hincha.

Y aquí estoy, sin todavía poder descifrar qué habrá pensado el hooligan que me apuró.

Qué yo sepa no soy ningún... humpf... Aussie hooligan.

Lo primero, que soy un hincha, o para decirlo de una forma más moderna, un hooligan.

Volviendo al hooligan, quizás él sí sepa todo esto y considere que ya vi lo suficiente.

Pero, ¿no es posible pedir tiempo muerto a nuestros tribunales mientras despejamos el césped de tanto hooligan?

La Policía pasaba de vagón en vagón, hurgando en los pasillos a la búsqueda de un hooligan.

Parecía más un hooligan británico o una estrella de rock en el ocaso que un atleta consagrado.