Iba vestido con una hopalanda blanca a la polaca.

Envuelto en su hopalanda blanca, fue caminando a lo largo de aquella arteria del barrio terrano.

Envolvíale una gran capa negra, y por debajo de ésta veíasele una especie de hopalanda blanca.

Vestía una hopalanda blanca y la diadema de primera heredera; una redecilla dorada contenía la exuberancia de sus rizos.

Se puso su hopalanda blanca: una prenda local, muy holgada y con un gran ideograma dorado en la espalda.

Se había quitado la hopalanda blanca, mostrando que debajo vestía de forma bastante semejante a los ercundanos urbanos de clase media.

Todavía llevaba el traje de luto, la corta hopalanda blanca de mangas bobas, pero toda su aflicción había sido reemplazada por la cólera.