Solo sería necesario un golpe recio para liberar Hispania de las hordassarracenas.
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Occidente está siendo víctima de innúmeros flagelos: las hordassarracenas, la herejía cátara, las epidemias.
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Pero no había hombres suficientes para protegerlos de las hordassarracenas, porque solo quedaban unos doscientos caballeros templarios.
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Dicho esto, el rey Ramiro pica espuelas y, espada en mano, se lanza al galope contra la vanguardia de las hordassarracenas.
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Ricardo añoraba la batalla, cuerpo a cuerpo con las hordassarracenas, como el amante añora estar en los brazos de su amada.
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Habían olvidado la dedicación altruista y el sacrificio, las enormes pérdidas y peligros padecidos por los caballeros en sus contiendas contra las hordassarracenas.
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Una oleada de rabia me invadió, pues imaginé a todas las hordassarracenas pugnando por llegarse hasta mi villa y matar a sus pobladores.