Pero no es solo la huella sucia de una mano derecha, señor Humffrey, como puede ver.

Avancé por el paseo desierto, imprimiendo sobre la nevada virgen la huella sucia de mis pasos.

Ahí tiene la huella sucia... la huella de una mano derecha, tal como dijo la señorita Sherwood.

Me agaché para recogerla y vi con horror que sobre el papiro había la huella sucia de una sandalia.

Tengo la letra de la babosa: por delante todo lo veo lindo, pero detrás voy dejando una huella sucia.

Una mano golpeó con la palma el cristal del asiento de Susana y dejó una huella sucia y pringosa.

Leyó las comas, los borrones y la huella sucia de un dedo en el margen: entonces se arrojó desesperado sobre la cama.

¡Es la huella sucia de una mano derecha a la que le falta la primera falange del dedo meñique!