Veinte minutos antes se imaginaba su llegada a París, su nuevo puesto.

Luego se dedicó a colocar los taburetes mientras imaginaba su llegada a Aquis-Granum.

Se imaginaba su llegada hasta él radiante y con amor, acariciándole el cabello y diciéndole que todo estaba bien.

Imaginaba su llegada a casa cargado, casi oculto bajo los regalos, sudoroso, y la sorpresa de ellas al verle llegar.

Imaginaba su llegada a la rectoría con mi madre, las esperanzas que ambos tenían y los planes que forjaron para mí.

Imaginaba su llegada deshecha en un mar de lágrimas y sonrisas, la veía cogerla de la mano y expresarle su mudo agradecimiento.