Gabriel se inclina y agarra al esclavo por los hombros con inesperada dulzura.

Era una inesperada dulzura, a pesar del dolor que le atenazaba el pecho.

Aquello era producto de la inesperada dulzura de Roldán.

En voz baja y con inesperada dulzura, le dijo:

Y cuando Tonger se marchaba, continuó con inesperada dulzura:

Gg gruñó entonces con inesperada dulzura, pasándole la mano por los ojos con característica suavidad.

Con inesperada dulzura me tomó las manos y dijo:

Aunque hubiera debido alegrarme por la inesperada dulzura de aquel recibimiento, me sentía a la deriva.

Descendieron suavemente por ella y, tomando con inesperada dulzura la mano al maestro, dijo el anciano:

Se permitió rememorar todo el acontecimiento: el calor que desprendía, la inesperada dulzura de su boca.

La boca entreabierta proyectaba una inesperada dulzura sobre las mejillas y el firme trazo de la quijada.

Una inesperada dulzura en la voz.

Pero Crist dijo, con inesperada dulzura:

Contempló a la mujer que lloraba y besaba al Crucificado, mientras inesperada dulzura le iluminaba el rostro consumido.

Sentí una inesperada dulzura, como si en la complaciente materia se hubiera separado la entrada de la deseada forma.

Estaba emocionado, y la expresión de sus sentimientos se traducía en una inesperada dulzura en su rostro de guerrero.