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El mismo principio se aplica a la inversión parental en la prole potencial.
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La inversión parental de hoy día no tiene parangón con ningún período pasado.
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Las hembras y los machos efectúan un tipo muy distinto de inversión parental.
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Los hombres pueden usar dos estrategias: inversión parental, más "echar la semilla".
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Por otra parte, asumir la inversión parental tiene sus compensaciones.
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La cuantía de la inversión parental no puede ser desproporcionada.
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Por ello requerimos una inversión parental notable de nuestros dos progenitores, padre y madre.
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Pero el número de hijos no es el único factor determinante de la inversión parental.
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Hay una segunda razón evolutiva que está en la base de la trama de la inversión parental.
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Aunque la monogamia nivele la inversión parental de ambos sexos, la asimetría macho-hembra sigue dictando su ley.
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Los economistas, de la mano de los psicólogos, han aportado un dato nuevo a esa inversión parental.
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Por regla general, las hembras hacen una mayor inversión parental por descendiente, lo que menoscaba su potencial reproductivo.
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Entre los animales, la fertilización externa favorece, y la fertilización interna atenúa, la evolución de la inversión parental masculina.
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No tiene objeto que ambos progenitores se repartan la inversión parental si uno solo puede hacer todo el trabajo.
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Es cierto que un macho que eluda la inversión parental dejará tanta más descendencia cuantas más hembras pueda acaparar.
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Dado que la hembra casi siempre asume una mayor inversión parental de entrada, parece que tiene todas las de perder.
