Combado en un central azu­carero desde los siete años, madrugada tras madrugada.

Estas imágenes inolvidables se repetían madrugada tras madrugada.

Los datos que nosotros estamos viendo, que madrugada tras madrugada nos presenta el señor presidente, no son fidedignos.

Noche tras noche, madrugada tras madrugada.

Lo recuerdo cavando zanjas a mi lado, hora tras hora, madrugada tras madrugada, para después plantar semillas que los grajos se intentaban llevar.