Yo era mancebo de botica y pobre como un jornalero del campo.

El regañado era mancebo de botica en su pueblo y se llamaba Ernesto.

Pero mi padre me aconseja que me haga mancebo de botica.

El pobre mancebo de botica no fue tan afortunado, sin embargo.

Había sido mancebo de botica y se manifestaba siempre sañudo y de intenciones aviesas.

No se le ocurrió siquiera desviar las sospechas hacia el malhadado mancebo de botica.

Pero al mancebo de botica todavía le dura el pasmo.

Al igual que otros muchos químicos de su tiempo, trabajó como mancebo de botica.

Y añadía Valentina que llamarme a mí mancebo de botica demostraba la ignorancia de Maruja.

Era un joven farmacéutico, mancebo de botica y autor del invento á que se refería Orellana.

Tres años antes, subsistía a duras penas como mancebo de botica en Bath Towne, Carolina del Norte.

Maruja y Luisa decían que yo era " mancebo de botica", pero Luisa lo decía sin malignidad.

Séptimo miembro de una familia de once hijos, era mancebo de botica a la edad de catorce años.

Me aparté de Felisa torpemente, ofreciendo a Valentina el sacrificio de mi dignidad viril de mancebo de botica.

Con aquel dinero trataría yo de redimirme de la dura y un poco humorística profesión de mancebo de botica.

Al saber que ya no era hijo de familia sino un vulgar mancebo de botica, me trataba con desvío.