Ya nunca volvería a cruzar aquel mar plomizo para volver a su tierra natal.

Permaneció inmóvil un instante, mirando la inmensidad de un mar plomizo y en calma.

Se levantó el detective y se puso a contemplar el malestar del mar plomizo.

Todo blanco, con un mar plomizo y unas rocas negras curiosamente moteadas de blanco.

Hacia el sur, el mar plomizo se henchía, opacando los esfuerzos del sol por brillar.

Resplandece apagado el mar plomizo como un espinazo mutante.

Largas serpentinas luminosas flotaban en el asfalto reluciente como algas tropicales en un mar plomizo.

El camino se ondulaba sobre el mar plomizo.

Olía a sargazos y el mar plomizo, enfadado con el mundo, se revolcaba sobre sí mismo.

Observó cómo el cielo blanco se transformaba en nieve y se estremecía sobre el mar plomizo.

Era un mar plomizo y oscuro, con largas y lentas olas rompiéndose perezosamente sobre los arrecifes.

El cielo seguía fosco y el mar plomizo, lo que acentuaba el carácter siniestro de la escena.

Y levantó los ojos y observó la sombra del saveiro que se alejaba sobre el mar plomizo:

Las cotas de malla ondeaban como un mar plomizo, y los cascos plateados refulgían al sol otoñal.

Asbag miró al mar plomizo que se extendía hacia oriente, en el lado contrario al bello poniente rojizo.

Las nubes bajas, el mar plomizo.