Carlos Ying abrió la lata, que mostraba una melaza negra cual chapapote.

Del codo le caían gotas de sangre como melaza negra y espesa.

Su voz era pura melaza negra, que vertía muy muy despacio.

Esa gente ¿por qué pinta con melaza negra las jambas de las puertas?

La oscuridad se le pegaba, espesa y viscosa como melaza negra.

Me mira con unos ojos llenos de vida que parecen hechos de melaza negra.

En cualquier caso, en esa melaza negra no es fácil seguir nada ni a nadie.

Era como asomarse a una pocilga de melaza negra.

Una rebanada de tocino algo tostado con migas de galleta y melaza negra sobre otra galleta.

El agua discurre más abajo como un flujo de melaza negra, reflejando las luces de ambas orillas.

Tomó un buen sorbo y paladeó la dulce melaza negra del aguamiel que se producía en la Falla.

El borde de loza estaba manchado de rojo, pero lo que había en el fondo era oscuro como melaza negra.

Nada más sentarse cortó una rebanada grande, la sumergió en un cuenco de melaza negra y la regó con aguamiel.

Parece una enorme lámina de caramelo de melaza negra que un gigante prodigioso se haya divertido en aplastar con un martillo gigantesco.

Y también tendría migas de galleta fritas para acompañarlo, y lo completaría todo con melaza negra untada en un trozo de galleta, bien espesa.

Muy pronto, el suelo del interior se convirtió en un denso manto en movimiento: como una corriente de melaza negra sobre las tablillas de madera.