Ambas se habían acomodado en el sofá de piel y la miraban ávidamente.

Como de la nada, brotó una flota de juncos pesqueros y todos les miraban ávidamente.

Pero miraban ávidamente el cesto de la vendedora rubia.

Los niños moribundos de Somalia a quienes miraban ávidamente millones de espectadores ¿acaso ya no mueren?

Todos miraban ávidamente aquel grupo de jinetes.

Sus ojos miraban ávidamente al rechoncho doctor.

Sus interlocutores le miraban ávidamente.

Todos miraban ávidamente las pantallas.

De vez en cuando pasaban grupos de trabajadores ante la ventana de la biblioteca y miraban ávidamente hacia el interior.

Los guerreros, protegiéndose los ojos con las manos, miraban ávidamente las lenguas de fuego y los remolinos de azulado humo.

Todos lo miraban ávidamente.

Borrachos o no, miraban ávidamente la puerta abierta de la ciudad, como si no pudieran esperar a que comenzara el pillaje.

Grupos de aldeanos curiosos y morbosos se paraban ante la entrada de coches, miraban ávidamente y encontraban satisfacción en su misma estupidez.

Los scyres se sentaron a la orilla de la multitud, agradecidos de estar perdidos entre tantos extraños que miraban ávidamente el espectáculo.

Cada mañana, cuando nos sacaban al pequeño patio, en cuyo centro se erguía una gran palmera, nuestros ojos miraban ávidamente hacia los balcones.

Miraban ávidamente hacia la embarcación y se relamían los labios.