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Las mujeres germanas gozaban de libertades impensables en el sur-
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Tácito había hablado también de mujeres germanas que acompañaban a sus hombres al combate armado.
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Era evidente que a las mujeres germanas les gustaba estar al frente de las cosas.
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Había en su actitud algo diferente de la despreciable y primitiva ferocidad de las mujeres germanas.
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Muchos tenían los ojos grises, y ostentaban unos bigotes ridículos, o largas trenzas al modo de las mujeres germanas.
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Los romanos solían servirse de las mujeres germanas a su antojo, incluso gustaban de acabar con sus vidas por simple diversión.
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Sus Antonios eran viejos gladiadores; sus Cleopatras, gigantescas mujeres germanas que controlaban a sus Antonios con collares y correas de perros.
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Ella bajó la cabeza para no dar el espectáculo con su emoción, pues las mujeres germanas eran siempre modelos de entereza.
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Además de su cabellera negro azabache le impresionó el color ámbar de su piel, algo poco común entre las mujeres germanas.
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Un grupo de mujeres germanas lanza miradas que unas veces son de tremenda ferocidad y otras propias de quien se resigna a su destino.
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Así es como las mujeres germanas, de ciclópea estatura, engendran a los sementales de sus pueblos, a los jefes más terribles, ¡copulando con animales!
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Fue en el curso de una discusión, tan encendida como incoherente, entre Sabino y Saluvio acerca de las cualidades amatorias de las mujeres germanas.
13
¿Te das cuenta de cuántas mujeres germanas encajan con tu descripción?
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-¿Son todas las mujeres germanas tan impetuosas?
