Es un hombre grueso, imponente, apoplético, el ojo negro, enorme, muysaltón, de una mirada que chorrea, literalmente, melancolía.
2
Pero hoy, a diferencia de otras veces, esa sonrisa educada y esos ojitos amables, penetrantes, en vez de tranquilizarlo hacían sentirse a Fonchito muysaltón.