Callaron así un rato, gustando del nemoroso silencio y luego Luisana murmuró:
2
El sueño nemoroso de la tierra se extendía como una tiniebla impenetrable.
3
Este nemoroso fragmento de otra época era el lugar fijado para el contacto.
4
Ahora estaba en un paraíso nemoroso, rodeada de álamos trémulos y manantiales susurrantes.
5
Entre Peña Labra, Peña Sagra, Valdeprado y Tudanca se halla el nemoroso valle de Polaciones.
6
El Dragón retrocede al oírlo y un viento estremecido acarrea las oleadas de niebla del risco nemoroso.
7
Sylvia, reina de los bosques, recibió a la corte en su palacio nemoroso y se burló de sus pretendientes.
8
El remoto y nemoroso lugar, la atmósfera de devoción, el espectáculo, los banquetes de victoria...
9
A menudo se veía la forma postrada de un viejo gigante nemoroso cuya ruina, al caer, había aplastado varios árboles menores.
10
Era rubia, pero no de ese rubio soleado, o dorado, sino ese rubio enigmático, nostálgico que encontrarías perdido en un claro nemoroso.
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Habitantes de un semimundo nemoroso, siluetas en botarga de bufón, un feto indecoroso y casi negro que renqueaba en abarcas y toga.
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Por esto en el arte clásico las deidades silvanas están antropomorfizadas, denotando su carácter nemoroso por alguna ramita u otro símbolo igualmente patente.
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Los conoció en la biblioteca de su tío materno, Santiago Camargo, pastor nemoroso de un millar de libros bien escogidos y empastados en piel.
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En otro momento se hubiera maravillado ante la belleza de aquel escenario nemoroso, pero aquella noche las estrellas tenían un aspecto frío como el hielo.
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Las nemorosas colinas de los alrededores semejaban un rebaño de criaturas adormecidas.
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Tan solo los elfos y otros pueblos nemorosos conocían el camino a Arvandor.