De súbito, se me acercó una niña mendiga para pedirme una limosna.

Aquella niña mendiga que cantaba con tanta dulzura allá abajo, junto al puente.

No había desaparecido ni una niña mendiga abandonada.

La niña mendiga me miró, reconociéndome a su vez, su mirada llena de tristeza y desesperación.

Era muy menuda, como una niña mendiga.

Todos, en Nagasaki, salvo la niña mendiga, conocían a los tres jinetes que desenmascararon al magistrado Shiroyama.

Por un momento Tycho pensó que se trataba de la niña mendiga cuya sangre había bebido la semana anterior.

Después de cada fiesta señalada llamaba al portalito de servicio una niña mendiga que venía a buscar sobras de la cocina.

El agua pasaba, caudalosa, por debajo del puente, burbujeando, marrón, y Rachel, la niña mendiga, se acercaba a mí con las manos vacías.

Se ha olvidado de su traición a la niña mendiga, de su cuerpo menudo, de sus grandes ojos castaños, de su pelo enredado.

Una niña mendiga, ladrona, ramera... -denuevo, sus ojos parecían mirar más allá de él, tal y como habían hecho cada noche al despertarse-

-Recordabaa una niña mendiga que vi una vez que yo tenía mucha hambre.

¿Existe esa niña mendiga o nos la hemos inventado?