Ya me he terminado de vestir cuando al fin oigo su voz.

Y al cabo de un momento oigo su voz, suave y entrecortada.

Espero pacientemente a que el teléfono suene, hasta que oigo su voz.

Mis piernas se desbloquean en el momento en que oigo su voz.

Lo aparto y casi me desmayo de alivio cuando oigo su voz:

No oigo su voz en el tumulto, y no veo demasiado bien.

Entonces oigo su voz que empieza a elevarse bajo la bóveda románica.

Estoy metiendo una lasaña en el horno cuando oigo su voz detrás:

Pero a veces aún veo su rostro, oigo su voz, lo recuerdo.

Solo oigo su voz, un eco reverberado y casi ininteligible para mí.

Cuando ya estoy fuera de la cocina, oigo su voz que exclama:

De vez en cuando oigo su voz y la de otro tipo.

Miro hacia la oscuridad, pero no la veo, solo oigo su voz.

Los labios se entreabren, y cuando cesa el chisporroteo, oigo su voz.

A veces, por la noche, cuando empiezo a dormirme, oigo su voz.

Solo estoy en el ábside de la tienda, solo oigo su voz.