El ojo insomne del comandante parecía brillar como una luciérnaga en la oscuridad.

Hasta al interior de los hogares llega el ojo insomne de la vigilancia revolucionaria.

Cuando entraba en aquel cuarto me sentía bajo la vigilancia de un ojo insomne.

Se lo decía aquella luna que parecía observarles con su ojo insomne desde lo alto.

Le acercó al rostro la palma de su mano y cerró aquel su único ojo insomne, con cierto reparo.

Veíamos los sótanos oscuros llenos de enterrados vivos que se agitaban en sueños bajo el ojo insomne y tenaz.

Se volvió un par de veces con rapidez, pero solo descubrió el ojo insomne del búho y los iris fosforescentes del gato al acecho.

Si vendía por cinco un hipopótamo azul a un mercader en Alejandría, con el ojo insomne de la noche lo veía revendiéndolo sonriente por cincuenta.