1
Hoy, la Revolución os inquieta y olvidáis a Cristo y su Ciudad Santa.
2
No lo conozco bien, pero igual que olvidáis a Rufus, olvidáis a Henry.
3
Sin duda, olvidáis a otra persona cuyo rescate os debe interesar mucho más, seguramente.
4
Estáis tranquilos, olvidáis a vuestro enemigo, que vigila y espera.
5
Os irritáis con vuestros enemigos, y olvidáis a los amigos.
6
Además, olvidáis a la reina madre, Tuya, y a la gran esposa real, Nefertari.
7
Así que olvidáis a Kerrick y coméis vuestro pescado.
8
Cuando llegan tiempos difíciles olvidáis a vuestros halcones
9
Mi señor obispo, olvidáis a quién estáis hablando.
10
Languidecen los gritos y olvidáis a los muertos
11
Pero me parece que olvidáis a Dios.
12
Una vez más, olvidáis a los hombres.
13
Kaspar, ¡ olvidáis a santo Tomás de Aquino!
14
Cuando llegan tiempos difíciles olvidáis a vuestros halcones y os vendéis a los alemanes por un mendrugo 46.
15
Me olvidáis a cada instante.
16
Os olvidáis de mantener a los hombres blancos en la canoa, olvidáis a vuestra hermana, os olvidáis de Ezodu.
