Abrió luego la boca y bostezó muy despacio con dos palmos de lengua fuera.

Pocas horas después el miserable pendía de un árbol con des palmos de lengua fuera.

Vería doña Justina cómo iba a pagar, y con cuántos palmos de lengua fuera, todos los desaires que le había hecho.

La fiera, de espantable y fea catadura, abrió nuevamente las fauces aunque esta vez para bostezar y sacar casi dos palmos de lengua.

Vuelven los cazadores con nueve perdices y un lebratillo, y Ney, sudoroso, con dos palmos de lengua fuera, viene a latir contra mi pierna.

Cuéllar asintió, desde luego, pero no concebía situación más desesperada que la de entonces, cuando estaba a punto de sacar dos palmos de lengua ahorcado.