Permanecí como absorbido por el partido de basketball en la pantalla.

Esa primera noche ganaron los buenos y festejaron a los saltos, como si de un partido de basketball se tratara.

Volteé hacia la barra: en los dos televisores, empotrados en lo alto, sobre las ringleras de botellas, transmitían un partido de basketball.

Registró mi llegada, pero yo no le puse atención, sino que me embobé de inmediato en el partido de basketball universitario en la pantalla.