Imagínate lo que será partir huesos una vez y otra y otra.

Aullantes, peludos, capaces de partir huesos y hacerte papilla con sus colmillos.

Ése sería también el caso de los primeros australopitecos que aprendieron a partir huesos.

Las he oído romperse otras veces, y siempre suena igual, como partir huesos de pollo.

Nos rodeamos con los brazos y luego nos abrazamos con la fuerza suficiente para partir huesos.

Esa especie tenía dientes muy grandes para partir huesos y garras enormes para caminar sobre la nieve.

Sus colmillos habían evolucionado para partir huesos de alce, abrirlos y comerse la deliciosa médula de su interior.

Ya estoy en movimiento, adoptando una actitud de hierro muy concreta, basada en el estoicismo, ideal para partir huesos.

A veces, si los rigores de la muerte ya han endurecido sus miembros, tienen que partir huesos para conseguirlo.

Recorre con la mirada la hilera de cuchillos colgados en los ganchos, las hachas de carnicero para partir huesos.

Se la quedó mirando con un horror salvaje, y ella sintió solo odio, un odio capaz de partir huesos.

En nuestra historia de australopitecos, el origen de la costumbre de partir huesos para extraer el rico tuétano está en una joven hembra.

Los movimientos del apotecario eran suaves y pausados mientras sus dedos, con los que podía fácilmente partir huesos, examinaban el cuerpo del joven.

Por suerte para Daine, el guardia había dejado caer su alabarda en la confusión, pero la criatura tenía garras y fauces que podían partir huesos.

Se partieron huesos y brotó sangre de las fosas nasales de Karkasy.

Repartió más sablazos y patadas, y partió huesos y abrió cráneos.