El croador se situó directamente en el camino del flotante pez muerto.

Ante un ruido lejano, cualquier ruido, adopto mi postura de pez muerto.

Y dejarla allí posada como un pez muerto mientras bebía vino ávidamente.

La barcaza, tranquila como un pez muerto, esperaba en medio del canal.

Ya sabe, alguacil: como encontrar un pez muerto y arrastrarlo por ahí.

Le suavizaban las costras rojas, escamas de pez muerto; la nariz cicatrizada.

Miró la mano que le ofrecía como si fuera un pez muerto.

De un cordel colgaba un enorme pez muerto, todo chupado y deshidratado.

Las velas brillaban como el vientre blanco de un gigantesco pez muerto.

Y ahí fui yo el que pasó a parecer un pez muerto.

Me tomó la mano con su zarpa fría como un pez muerto.

Su rostro pálido parecía enfermo como el vientre de un pez muerto.

El otro se lo quedó mirando con sus ojos de pez muerto.

Me miró como si me colgara un pez muerto de la boca.

Mueve sus ojos de pez muerto, le sale sangre de la boca.

El contenido se aposentó contra el cristal como un pez muerto.