La pareja respondía como puede hacerlo una planta sedienta ante la lluvia.

Nada más dirigírselos revivía como una planta sedienta que uno riega por fin.

Volvía a la vida entonces como una planta sedienta de agua.

Entró corriendo, llenó una jarra con agua y la vertió sobre la planta sedienta.

Como una monstruosa planta sedienta, había ahuecado sus manos hacia el cielo esperando inútilmente, largamente, la lluvia.

Era como una planta sedienta de agua, alegre y optimista, que la pericia y atención de alguien hacía estremecer por primera vez.

El dulce interludio con Margy había sido como agua para una planta sedienta: sentía la fuerza de su vitalidad desde las raíces hasta las hojas.

-Eraun árbol, una planta sedienta de sangre venida de quién sabe dónde.