A veces hasta habría deseado que surgiera el populachoenfurecido detrás de cualquier esquina.
2
Eres joven y nunca has visto al populachoenfurecido ni la ciudad después de una insurrección.
3
He salvado a la provincia de los desmanes y crímenes del populachoenfurecido, ignorante e inconsciente.
4
No será necesario que te recuerde lo que un populachoenfurecido hizo con tu padre y tu abuelo.
5
Son los rugidos del populachoenfurecido.
6
Esos jóvenes héroes de una raza superior, que defienden su ideal contra un populachoenfurecido, son los gendarmes españoles.
7
Este señor es un notorio contrarrevolucionario, un Caballero del Puñal a quien el populachoenfurecido está dispuesto a exterminar.
8
Debilitado por la edad y respirando apenas, se lo había llevado al tribunal entre los clamores de un populachoenfurecido.
9
El populachoenfurecido ha quemado tu casa, con todo lo que contenía, y los campesinos dan gracias por haberse librado de ti.
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Tal como me lo contaron más tarde, el predicador tenía a su servicio a unos demonios que no dejaban de detener al populachoenfurecido.
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Aún mostraba su cuerpo los cardenales de los golpes y patadas que, algunos días antes, le había asestado el populachoenfurecido delante del Consulado.
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Fue entonces cuando se produjo la Revolución; el populachoenfurecido destrozó plantas industriales, instalaciones químicas y las refinerías de petróleo que producían los carburantes anticuados.
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No obstante, sin demasiado éxito, ya que el populachoenfurecido lo abuchea mientras que el de la cara acuchillada lo manda callar y le espeta:
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Él está allí, en las Tullerías, después de haber atravesado aquel 10 de agosto de 1792 esas mismas salas abarrotadas de un populachoenfurecido.
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¿A qué permanecer, entonces, como espectadores del desastre y en medio de un populachoenfurecido?