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Al oír las palabras de la princesa rubia, Bruni pareció avergonzarse.
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Primero dio a luz una niña, una bella princesa rubia como su padre.
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Le lanzó una mirada sombría a la princesa rubia.
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Frente a él, semidesnuda, estaba la princesa rubia.
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Marta Marchena, la rubia de pueblo y tradicional Marta Marchena es la princesa rubia de esta edición.
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Se lo expliqué así a la princesa rubia, que seguía respirando a mis espaldas, aunque sin ansiedad.
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Y para conseguir lo que quería, se hacía acompañar de una doncella pelirroja y una princesa rubia.
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Mi princesa rubia de ojos azules.
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Bruni, que aún no conocía aquella característica de la princesa rubia, dejó caer la cantimplora, derramando su escaso contenido.
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Empecé a imaginar a la princesa rubia, sola en su dormitorio, escribiendo sobre papiro, luego eligiendo el sello apropiado.
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Y Bruni podría ser capitán de la guardia real y casarse con esa princesa rubia si tanto lo deseaba.
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Allí pasaba algo más, algo que estaba afectando a la princesa rubia hasta el punto de no saber qué decir.
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Pero Bruni, eufórico tras el recuerdo de su hazaña y del rostro de la princesa rubia, era incapaz de descansar.
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Acaso se trata de una princesa rubia del norte y de un muchacho de rizos negros...
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Se contemplaron mutuamente durante un momento, una minúscula princesa rubia mirando a los ojos a un hombre sin afeitar y desgreñado.
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Gösta observó las fotos de las braguitas azules con una princesa rubia en la parte delantera y volvió a formular la pregunta:
