Tarzán sonrió con ellos, pero no dejó de prodigar atenciones al cachorro.

Axel no se cansaba de prodigar atenciones a la muchacha.

Sus dedos volvieron a prodigar atenciones al conejo, que parecía haberse transformado en un peluche despatarrado.

Pienso en él, en un lugar aislado donde ya no puede prodigar atenciones sino recibirlas y me entristece.

A cada momento quería prodigar atenciones a mi amo y mostrar con ellas mi habilidad y mi formación.

Las religiosas, más habituadas a prodigar atenciones que a recibirlas, se mostraban muy conmovidas por las atenciones de sus compatriotas.

Querer a alguien o prodigar atenciones a otra persona constituye una oportunidad preciosa de hacerse indirectamente un bien a uno mismo.

Dos días con sus noches, Antonino y sus niños, el curandero de caballos y varios otros hombres, no cesan de prodigar atenciones al caballo.

En la Armada guardan con extraordinario celo los rangos, no prodigan atenciones.

Le prodigaba atenciones; visitarla era como regresar al útero.

Salva se mostró simpático a su manera, prodigó atenciones y se interesó por mi trabajo.

Beryl era la gata de Thomas, la gata a la que prodigaba atenciones, afecto y admiración.

No obstante, me parecía raro que los pescadores me prodigaran atenciones, como si fuera uno de ellos.

Los hombres no prodigan atenciones puramente desinteresadas.

Gabriel le prodigaba atenciones con total dedicación.

Con todo, les ilusionaba la perspectiva de que les prodigaran atenciones en un baile, y aprobaron la idea.