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Sin duda, su señor se había encargado de propulsar la nave en aquella dirección.
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Solo si la ocasión lo requería, Tersites ordenaba utilizar ambos medios para propulsar la nave.
3
Elliot se sentía tan ardiente de emoción que pensaba que sería capaz de propulsar la nave ella sola.
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Y existía otro problema: aunque hubieran logrado propulsar la nave hasta su objetivo, no hubieran conseguido darle la fuerza suficiente para el retorno.
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El capitán dio orden de empuñar los remos y todos los brazos se aplicaron ansiosos de propulsar la nave al encuentro de la codiciada presa.
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Hora tras hora propulsaban la nave hacia delante, a la velocidad de un caballo al trote.
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Cualquiera que fuese la fuerza que propulsase la nave, debía hallarse en la parte de debajo.
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Sus bases propulsaban la nave conjuntamente.
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A diferencia de los remeros esclavos de muchas embarcaciones, los remeros que propulsaban la nave con rápidos y precisos golpes eran profesionales.
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Con la corriente eléctrica así generada se producía la energía necesaria para impulsar agua a través de las turbinas que propulsaban la nave.
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Pero ahora eso había cambiado: los cilios actuaban como un timón, marcando el rumbo a la vez que los motores clánker propulsaban la nave.
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El piloto, el experimentado Christian Marty, había detectado un desperfecto en el segundo motor de los cuatro Rolls-Royce que propulsaban la nave, el Concorde.