A aquella luz se parecía más a Sócrates que a un querube.

Sí, conocía esos mechones trigueños y lacios y aquel perfil de querube.

Walt montó a caballo y voló como un querube por el cielo.

Cerca de ella estaba Constantina con su perfil de querube.

Los rizos castaños de Julia formaban un halo alrededor del rostro inocente de querube.

Así llegué a ser para aquella su hermano risueño, el férreo querube de Acra.

Como un querube de los altares de las iglesias.

Luego levantó la mirada hacia Sixto; una sonrisa se dibujaba en su cara de querube.

Como un pequeño querube maligno de yeso, y roto.

Así eran los niños, con aquellas redondeces de querube, con aquellos angelicales colores azul y oro.

Abajo, claramente visible, estaba el propietario del establecimiento, con su cara de querube, detrás del mostrador.

Aunque este que ahora tenía delante tampoco era un querube, no podía competir con el de Siena.

Llevaba la rala cabellera engominada y peinada hacia atrás desde la frente de su rostro de querube.

Benny, derrumbado en una silla, parecía abatido y desconsolado, a pesar de su habitual expresión de querube.

Tenía la expresión de un querube corrompido-

En el centro una pequeña columna blanca y encima un angelote, un querube gordinflón de mármol rosa.