En sus quietos ojos hubo un destello de alegría, de risa.

Eran muecas que nacían en los oscuros y quietos ojos y bajaban indiferentemente hasta la boca.

Era hermoso, y había en sus quietos ojos un resplandor poco frecuente...

Pasaron muchos años y el laértida, recordando aquella escala, veía en la sombra abrirse los grandes y quietos ojos.

Pacorrito lo conoció en la luz singular de sus quietos ojos azules, que despedían llamaradas de amor y gratitud.

Sus quietos ojos centellearon.

Iris, bajo el influjo de aquella mirada, se estremeció, aunque con valentía sostuvo los quietos ojos de él clavados en los suyos.

Me perseguía, como un fantasma acusador, la refinada y severa dignidad de Don Luis Fernández de Córdoba, el de los quietos ojos grises.

Lenta como el mar corre la sangre por mis venas y yo leo, con tus quietos ojos en calma infinita, la Historia de Alraune.

-Vuestraseñora -dijoal final, posando sus quietos ojos en los tres personajes que, mudos y rígidos, les sonreían estúpidamente.

-Prefieroque no hables, Marisa -dijoél cruzando las manos sobre el volante y mirando al frente con quietos ojos-.

-Sí ,prefierodar por terminada la sesión, estoy cansada -repuso ,pensandoen Luna, en sus quietos ojos líquidos esperándola en su dormitorio.