Llevaba un ridículo traje de camarera de rayón negro con un delantal blanco.

Llevaba un traje color rosa, de algodón, y una chaqueta de rayón negro.

Bajó los ojos hacia un rayón negro que había en el suelo de pino.

Pruebas materiales: un chal de rayón negro, comprado en los Grandes Almacenes Bonwit-Teller, el 9 de mayo.

Llevaba un pijama de rayón negro.

Una mano delgada, enguantada en rayón negro barato, tomó la suya tímidamente por un breve segundo y luego se dejó caer.

Debía de tener setenta y tantos años e iba elegantemente ataviada con un chándal de rayón negro y unos zapatos de paseo.

Por primera vez en muchas semanas se había vestido con ropa de verdad, un conjunto de noche, uno de sus preferidos, de rayón negro tinta.

Luego cojo el bolígrafo y tacho la valoración del Mirón con rayones negros.

Me puse la bata de rayón negra de mi madre, con ramilletes de flores rosas y blancas.

Tenía la mejilla derecha pintada de verde y el lado izquierdo de la cara lleno de rayones negros.